Las 13 abuelas que sanan la Tierra
Atesoran el conocimiento de sus pueblos y de sus vidas. Son 13 abuelas indígenas procedentes de todos los rincones de la Tierra que se han unido con un objetivo común: sanar el mundo.
Por O. Otxoa / Ramya Ramanathan
Hubo un tiempo, no hace tantos años, en que los ancianos eran respetados y admirados por su experiencia. A ellos se acudía a pedir consejo; ellos tenían casi la última palabra dentro de las familias. Pero hoy en la mayoría de las sociedades occidentales la estructura familiar ha cambiado: se ha reducido drásticamente y es cada vez más rara la convivencia de tres (o más) generaciones en un mismo espacio. El rol de los abuelos se limita, en muchos casos, a cuidar a los nietos que sus propios hijos no pueden atender por las jornadas extensivas de trabajo. Nuestra sociedad rinde culto a la juventud (aparente o real) y a la novedad, en detrimento de la senectud y la sabiduría atesorada. ¿Quién nos orienta, entonces? ¿Cómo encontrar esta voz de la experiencia? La respuesta llega de los que siguen viviendo en contacto estrecho con la Naturaleza: los grupos indígenas. Entre los indios americanos, las tribus africanas y de la Amazonia, los pueblos del Ártico o las comunidades espirituales del Tíbet, los ancianos son ejemplo, apoyo y mando. De entre estos ancianos, además, han sido las mujeres las que se han puesto en marcha para lo que consideran una tarea de vital importancia: aportar su experiencia para sanar un mundo que ven doblegado por el hambre, las enfermedades, las guerras, la falta de diálogo y la muerte lenta de la Naturaleza. Las Grandmothers (o Abuelas, en inglés) son un consejo de trece mujeres indígenas de todo el mundo reunidas para una múltiple vindicación: por el valor de los ancianos, por el respeto a la mujer, por la preservación de sus culturas y por la salvación de la Tierra y de todos los seres que la habitan. Cuentan para ello con medios casi exclusivamente espirituales: las Abuelas poseen la sabiduría que puede curarnos, basada en su contacto directo con la Naturaleza y en las enseñanzas transmitidas de generación en generación. Enseñan a hacerle frente al desconcierto actual y la enfermedad con la fe, la tradición y la medicina natural. Desde siempre, lo han hecho en sus zonas de origen; desde hace apenas un año, trabajan para todo el planeta en el Consejo Internacional de las Trece Abuelas.
El comienzo de la marcha
Fue Bernadette Rebienot, una bwiti con 23 nietos, la que un día visualizó el nacimiento del Consejo de Abuelas. En su Gabón natal, las reuniones de las ancianas en la selva para orar por la paz y el bienestar del mundo son habituales. Esta visión se materializó cuando Bernadette coincidió con Jyoti, una psicóloga clínica y guía espiritual estadounidense que viajó a África para estudiar con ella. Al comprobar que ambas coincidían en su visión, Jyoti movilizó a su organización, el Center For Sacred Studies (CSS), para hacer realidad el Consejo. Jyoti, Lynn Schauwecker, Ann Rosenkranz y Carole Hart, todas del CSS, organizaron tanto la reunión de las Abuelas como el Global Women’s Gathering (Encuentro Planetario de Mujeres), celebrado en octubre de 2004 en Fenicia, Nueva York, en el que las abuelas indígenas y otro nutrido grupo de abuelas occidentales debatieron los retos del sistema social actual. Sus conclusiones sobre cómo curar al mundo de la opresión, cómo mantener el equilibrio de la Madre Tierra y preservar las culturas mediante el retorno a la sostenibilidad, el respeto a los mayores y a la sabiduría tradicional, las empujó a crear el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas, auspiciado por el Center For Sacred Studies, para expandir su sabiduría con fe y esperanza: «Representamos una alianza global de plegaria, educación y formación para nuestra Madre Tierra, todos sus habitantes, todos los niños y para las generaciones venideras». De hecho, su intención de recuperar esta voz de la experiencia femenina es una labor a largo plazo que, esperan, hará perdurar su saber protector a los descendientes de los próximos siglos. Lo importante es dar a conocer sus intenciones tanto a la clase política como a todos los ciudadanos del mundo. Unas intenciones que se definen en la Declaración de las Abuelas, elaborada durante del Encuentro planetario de mujeres: «Somos trece abuelas indígenas unidas por una visión común. Venimos aquí desde la selva amazónica, del círculo polar ártico norteamericano, de los grandes bosques del noroeste de Estados Unidos, de las montañas de América Central, de las Black Hills de Dakota del Sur, de las montañas de Oaxaca, del Tíbet y de las selvas tropicales de África Occidental. Creemos que nuestras ancestrales formas de rezar, de reconciliación y sanación son necesarias hoy. Nos reunimos para educar a nuestros hijos; conservar las práctica de nuestras ceremonias y afirmar el derecho para usar nuestras plantas medicinales libres de restricciones legales; proteger las tierras donde nuestros pueblos viven y de las que dependen; para salvaguardar la herencia colectiva de la medicina tradicional y defender la Tierra en sí misma. Creemos que las enseñanzas de nuestros antepasados iluminarán nuestro camino por un futuro incierto». Desde la primera reunión, el mensaje de las Abuelas se ha podido escuchar en varios actos, como el segundo encuentro del Consejo en Pojoaque Pueblo (Nuevo México, EEUU) y los intercambios culturales y rituales en California y la Amazonia brasileña, en primavera y verano de 2005, respectivamente. El tercer encuentro del Consejo se celebrará en Oaxaca, México, esta primavera. A continuación, resumimos este saber sanador en las palabras de tres de las Abuelas: Bernadette Rebienot, Flordemayo y Agnes Baker-Pilgrim.
Secretos de la naturaleza
Bernardette nació en Libreville, donde ha tenido 10 hijos y ha trabajado como profesora y coordinadora de escuela. Además, es sanadora, maestra del rito Iboga Bwiti y de la Women’s Initiations. Desde las selvas tropicales de Gabón, cuenta: «Nuestro planeta está enfermo por los interminables estragos causadospor la gente, la contaminación, la deforestación, los abusos de poder, los celos y el odio. La Tierra sufre de horribles guerras que transforman a la gente en monstruos. Además, están las pandemias: el sida, la malaria, el cáncer y otras plagas. Estas importantes enfermedades se agravan con el hambre, una pobreza que va en aumento: por la muerte de ideas y culturas y por el desprecio y el rechazo del prójimo, que señala el retorno de todas las formas de discriminación. Hemos perdido nuestro camino. La naturaleza nos lleva hablando desde hace ya algunos años y manifiesta su rabia con terribles y precisas catástrofes, usando el aire y el agua, mortíferos fuegos y olas de calor. »He estado al servicio de las personas desde joven como doctora tradicional y sanadora, pero donde encuentro vida es en la selva. Es aquí donde todavía sé como convertirme en un todo con un paisaje lleno de miles de misterios. La selva no absorbe mi ser. Todo lo contrario, me permite capturar los secretos de lo invisible, de los que somos depositarios. Creo que pronto estos secretos se convertirán en valiosas brújulas para la Humanidad. Escuchando los secretos de la selva, he elaborado remedios. He aprendido sobre la fragilidad y la infinita pequeñez de la Humanidad, la vanidad de nuestros excesos y la efímera naturaleza de nuestra existencia. Me han enseñado la fuerza de la paz y de las familias unidas. La Humanidad debe reconciliarse con la naturaleza. Los pueblos del futuro no serán aquellos que creían únicamente en la lógica, en el reino de los números y en el capital, sino aquellos que hayan entendido que la red de la sociedad del mañana reside en el respeto y la consideración por el prójimo. Así el diálogo reemplazará a la guerra».
Unión de plegarias
Agnes Baker-Pilgrim es la mujer viva más vieja de los indios del río Rogue, los takelma bamd de los grandes bosques al sur de Oregón, EEUU. Su tribu la considera una leyenda viva, la embajadora de la MadreTierra. «En mi pueblo se ha pasado una historia que cuenta que la única obligación que nos dejaron los antepasados fue rezar, por lo que me convertí en una oradora. Viajo a países diferentes siendo una voz para los que no la tienen. Todas las cosas creadas necesitan una voz. Se me pide que rece por los tigres de Bengala, por los animales de África, por los lobos, por el salmón y por el río Ganges de la India. Fui a Australia para rezar por el río Murray-Darling y su contaminación y también lo hice por los cóndores y ahora están regresando a Oregón, después de haberse ido hace unos 200 años. Mi tribu me envía a regiones que necesitan oraciones y bendiciones. Se me envía a bautizar un barco, a derrumbar edificios, a prestar testimonio en lugares protegidos y a luchar por la vida de plantas únicas. Me han llamado para dirigir plegarias y parar talas completas o para ser grupo de presión en Washington y de este modo salvar nuestro lugar sagrado, Siskiyou, aquí en Oregón, que tiene flora que no crece en ningún otro lugar de la Tierra. Hasta el momento, lo hemos conseguido y continuaremos luchando. Como miembro titular de mi tribu, las Tribus Confederadas de los Indios Siletz, he luchado por mejoras en cultura y tradiciones. He estado a las puertas de la muerte. Sobreviví a un cáncer en 1982. Le pedí a mi Creador que me salvara porque me quedaba mucho por hacer. El Creador ha respondido a muchas de mis plegarias y yo reparto bendiciones porque se me ha permitido ser una mediadora. »Ya es hora de que unamos nuestras oraciones a las de todos los pueblos de la Tierra. Juntos podemos acabar con los abusos a mujeres y niños, el hambre, la falta de protección de nuestras plantas medicinales y el consumo de drogas. Podemos estar unidos sin que importe cuáles sean nuestras creencias religiosas o espirituales. Podemos estar unidos y luchar por salvar nuestra Madre Tierra y rescatar nuestra propia existencia. Estamos todos juntos en esta ‘canoa agujereada’ por lo que debemos ser fuertes y seguir hasta que nuestros corazones toquen tierra».
Continúa en siguiente post...
1 comentario:
eeeehhh de nada mi niña....
que bueno leerla... y ke bueno ke le haya gustado los pekeños cambios ke hice...
supongo que ya entraste a clases jeje...
Besos!! y Bendiciones...
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